8 de julio de 2014

La tormenta perfecta



LA NOVELA DE LOS “FONDOS BUITRE” Y EL PROCESAMIENTO DE AMADO BOUDOU

No se acallaban aún los ecos de las discusiones por el arreglo con el club de París, cuando la justicia de Estados Unidos falló de manera adversa a las aspiraciones del gobierno argentino con respecto a los llamados “fondos buitre”. Casi en simultáneo fue procesado el vicepresidente de la Nación. Ni el más acérrimo de los opositores al gobierno podría haber imaginado una atmósfera más tormentosa para los últimos meses de la presidenta Cristina Fernández, quien resiste, como puede, los embates del capitalismo especulador nacional y foráneo, y defiende, como puede, a Amado Boudou (por ahora). 

Por Marcelo R. Pereyra 

FALSAS ANTINOMIAS 

Todavía se seguían discutiendo las –supuestas- bondades del arreglo con el club de París, cuando la justicia de Estados Unidos falló de manera adversa a las aspiraciones del gobierno argentino en la cuestión de los “fondos buitre”. De esta manera, renació el debate sobre la deuda externa del país, en el que unos tachan al ministro de Economía de negligencia e impericia en la conducción de las negociaciones, y otros, desempolvando un olvidado fervor nacionalista, sostienen que se trata de un enfrentamiento desigual entre un país emergente y unos señores malignos y todopoderosos. Los primeros, políticos opositores y periodistas y economistas de rancia estirpe neoliberal, gritan de viva voz que corresponde acatar la orden judicial y pagar sin chistar lo adeudado, so pena de caer al horrendo precipicio de los países morosos y rebeldes: “¡Quedaremos aislados del mundo!”, claman aduciendo que Argentina tiene la espada de Damocles en la cabeza –el default tan temido-. Los segundos, oficialistas de toda laya y pelaje, con renacido  patrioterismo vociferan en foros nacionales e internacionales que esta es otra homérica guerra que hay que librar contra lo más cruel del capitalismo internacional.

Así las cosas, bañada la discusión en las aguas del extremismo ideológico, la intolerancia y el oportunismo político, queda poco margen para otros enfoques que estén alejados de estas alternativas excluyentes. No es la primera vez que sucede esto en los últimos años. Ya pasó en el conflicto entre el gobierno y las entidades agropecuarias y con el debate y la sanción de la ley de medios audiovisuales. En aquel entonces, como ahora, parecía haber sólo dos opciones posibles: o se estaba a favor o en contra del gobierno. En el presente, quien seleccione la primera opción será tildado de irresponsable por negarse -supuestamente- a cumplir el meneado fallo del juez Thomas Griesa sobre la deuda que no ha sido “reestructurada”; quien vaya por la segunda, será acusado de traidor y cipayo por oponerse a la epopeya patria de Cristina Fernández. Y sin embargo este relato maniqueo de la odisea argentina es falso. Las cosas no son realmente como se las pinta, nadie dice toda la verdad y hay mucho discurso para la tribuna:

- Es falso que el gobierno se haya negado a pagar la deuda externa. Como ya ha sido suficientemente comprobado –Club de París, CIADI, Repsol- este gobierno es un pagador serial. Simplemente lo que busca es pagar en las mejores condiciones, que en castellano significa pagar lo menos posible. 

- Es falso, por lo tanto, que las acciones emprendidas por el gobierno representen una cruzada patriótica. La “malvinización” del enfrentamiento con los capitalistas que no aceptaron el plan de pagos original –los llamados hold outs o “fondos buitre”- es un recurso discursivo útil para conseguir adhesiones en los frentes interno y externo. Solo eso.

- Lo realmente patriótico sería investigar cuál es la deuda legítima. Alguien ya lo hizo: fue el juez Jorge Ballesteros, quien en un fallo que está firme dictaminó: “La deuda externa de la Nación ha resultado groseramente incrementada a partir de 1976 mediante la instrumentación de una política económica vulgar y agraviante que puso de rodillas al país a través de los diversos métodos utilizados, que tendían, entre otras cosas, a beneficiar y sostener empresas y negocios privados –nacionales y extranjeros– en desmedro de sociedades y empresas del Estado” (ver http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-4160-2010-01-24.html). La deuda de la dictadura 1976-1983 es el huevo de la serpiente de la actual deuda. Pero luego de aquella investigación de Ballesteros poco se hizo para determinar su verdadera legitimidad.

- Y, por último, es una falsedad agitar el fantasma del default. Argentina ya ha vivido en esa situación. También lo han hecho otros países. Y nadie se murió por eso. Los políticos y periodistas que se rasgan las vestiduras por una eventual imagen negativa de una Argentina defaulteada frente a la “comunidad internacional de negocios”, deberían confesar que en realidad están haciendo lobby a favor de los intereses de sus empleadores y/o a favor de sus intereses políticos. 

DOS A QUERERSE 

A nadie en el gobierno le causó sorpresa el procesamiento de Amado Boudou. Es más, lo esperaban. Porque el gobierno sabe mejor que nadie que el vicepresidente está más que comprometido. Y lo sabe porque fue desde el mismo gobierno –cuando Néstor Kirchner aún vivía- que bajaron la orden de apropiarse de la empresa Ciccone. Las pruebas en este sentido son irrefutables. Alguien “vio” el negocio de quedarse con una firma que, pese a disfrutar de una posición monopólica en el métier imprentero de alta calidad, estaba en dificultades financieras y se lo llevó a Kirchner. Sacaron cuentas, calcularon jugosas utilidades y don Néstor dio el sí. Pero tuvo la mala idea de encomendarle a Boudou la confiscación de la calcográfica. El rockero marplatense hizo las cosas a su manera: mal. Su torpeza fue tan mayúscula que permitió la acumulación de innumerables y comprometedoras pruebas en su contra. Si su procesamiento no se produjo antes fue por la temerosa mesura del fiscal Di Lello y el juez Lijo –quienes no podían creer todo lo que se había acumulado en el expediente-, y por todas las chicanas judiciales que interpuso Boudou, entre ellas nada menos que la de lograr desplazar al fiscal y al juez originales de la causa y al Procurador General de la Nación, Esteban Righi.

Pero ahora ya es tarde para lágrimas. Y lo peor es que vendrán más. Ya están prontas las indagatorias a Boudou en otras causas, entre ellas la de su –supuesto- enriquecimiento ilícito. La pregunta del millón es que hará su más entusiasta defensora, Cristina Fernández. El dilema es shakespereano: si lo sostiene en su puesto, se dañará políticamente, y si le ordena que pida licencia, también. Como le hizo decir don William al príncipe Hamlet: 

“Ser o no ser - esa es la cuestión: Si es más noble para el espíritu: sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar las armas contra un mar de problemas”


REVISTA CONTRACULTURAL  
Para recibir el Boletín Contracultural:   
contracultural-subscribe@gruposyahoo.com.ar 

No hay comentarios: