8 de octubre de 2013

Una crítica ecoperonista al tecno-progresismo actual o hacia un giro a la reevolución mental del siglo XXI



DESARROLLO Y MEDIO AMBIENTE 

En uno de sus últimos textos, Perón nos dejó mirando al futuro biopolíticamente, su manifiesto verde y su “revolución mental” anticolonialista: Debemos transformar a las ciudades cárceles del presente en las ciudades jardines del futuro”, escribió, y que “La Humanidad debe ponerse en pie de guerra en defensa de sí misma”. Es decir que en pleno apogeo de la Guerra Fría o Tercera Guerra Mundial, Perón ya anticipaba dónde se va a dar la actual y Cuarta Guerra Mundial: en nuestras mentes y en nuestra interrelación con la Madre Naturaleza. 

Por Xuan Pablo González 

Hacia un giro ecoperonista 

En el ecoperonista Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo (1972), encontramos “un ecologismo radicalizado” (Jorge Rulli), ya que Perón hablaba de la importancia “de las relaciones de la humanidad con la naturaleza”. 

Hace cuarenta años la lucidez del Gran Cacique de la Historia Argentina, nos decía que “ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobre-estimación de la tecnología y la necesidad de invertir de inmediato la dirección de esta marcha”. Pareciera que en parte Perón les estuviera hablando entre otros a sus actuales “herederos” que están en el gobierno argento. Un gobierno que negocia “la contaminación del medio ambiente y la biosfera” y “la dilapidación de los recursos naturales” con empresas del imperialismo anglosajón, como Chevron, Monsanto y la Barrick Gold, y que regala computadoras sobre-estimando la tecnología, está en ese momento en que es necesario virar el rumbo, hacia la tercera posición que veía Perón. “La concientización debe originarse en los hombres de ciencia, pero sólo puede transformarse en la acción a través de los dirigentes políticos”, decía el General, ya que si el ser humano continúa “destruyendo los recursos vitales que le brinda la Tierra, sólo puede esperar verdaderas catástrofes sociales para las próximas décadas”. 

Como decía Perón, como pueblo y pueblos y multitudes, no hemos llegado a comprender, entre otras cosas, que los recursos vitales para nosotros y nuestros descendientes derivan de la naturaleza y no de nuestro poder mental.

Vivimos, decía el General, cegados “por el espejismo de la tecnología”, y hemos olvidado las verdades que están en la base de nuestra existencia. Tenemos mucha tecnología a nuestro alrededor, y a la vez llevamos una vida insana y matamos el oxígeno que respiramos, el agua que bebemos, y el suelo que nos da de comer, y elevamos permanentemente la temperatura del medio ambiente sin medir las consecuencias biológicas.

La tecnología es un arma de doble filo” nos recordaba Perón, y “el llamado progreso debe tener un límite y incluso habrá que renunciar a algunas de las comodidades que nos ha brindado la civilización”, recomendaba. Necesitamos menos adicciones tecnológicas y menos comida chatarra, y más comida orgánica sin transgénicos ni aditivos artificiales, y más conexión con la Madre Naturaleza, sin filtros. Decía Perón: “necesitamos nuevos modelos de producción, consumo, organización y desarrollo tecnológico que, al mismo tiempo que den prioridad a la satisfacción de las necesidades esenciales del ser humano, racionar el consumo de recursos naturales y disminuyan al mínimo posible la contaminación ambiental”. 

No podemos olvidar que “las tecnologías modernas están convirtiendo en desiertos las tierras fértiles en los Andes y en todas partes” (Eduardo Galeano). 

NO a los acuerdos contaminantes con Chevron y Monsanto 

Perón decía cosas que nos demostraría un total desacuerdo con los actuales negocios del gobierno kirchnerista con las multinacionales imperialistas Chevron, Monsanto, y la Barrick, y los métodos destructivos y contaminantes que utilizan, y también decía: 

“1- Debemos cuidar nuestros recursos naturales con uñas y dientes de la voracidad de los monopolios internacionales que los buscan para alimentar un tipo absurdo de industrialización y desarrollo en los centros de alta tecnología a donde rige la economía de mercado. Ya no puede producirse un aumento en gran escala de la producción alimenticia del Tercer Mundo sin un desarrollo paralelo de las industrias correspondientes .Por eso cada gramo de materia prima que se dejan arrebatar hoy los países del Tercer Mundo equivale a kilos de alimentos que dejarán de producir mañana.

2- De nada vale que evitemos el éxodo de nuestros recursos naturales si seguimos aferrados a métodos de desarrollo, preconizados por esos mismos monopolios, que significan la negación de un uso racional de aquellos recursos.

3- En defensa de sus intereses, los países deben propender a las integraciones regionales y a la acción solidaria.”  

Recientemente el mismo presidente de Ecuador, Rafael Correa, nos advirtió solidariamente a los argentinos, a los latinoamericanos, y al mundo, sobre lo contaminante y mortífera que es la explotación industrial de la empresa Chevron, con la que este gobierno democrático hace negocios que atentan contra la vida del pueblo argentino, y el equilibrio de nuestro medio ambiente. Nuestra presidenta Cristina Fernández desoyó las críticas y advertencias solidarias del primer mandatario ecuatoriano. Y sigue negociando con esta empresa imperialista, que actúa con una impunidad neocolonizadora, con la complicidad de los gobiernos provinciales locales, que reprimen violentamente con sus uniformados a las protestas sociales, como sucedió hace unas semanas en la provincia de Neuquén, contra Chevron. Y como está sucediendo en estos días en Malvinas Argentinas, en la provincia de Córdoba con las protestas contra Monsanto.

Pero la historia genocida de Chevron no sólo podemos rastrearla hasta Ecuador, como cuenta el mismo presidente de esta nación hermana. La historia genocida de Chevron también nos lleva, cruzando el Atlántico, hasta África.

En Nigeria, en los años 90 el escritor Ken Saro-Wiwa, del pueblo ogoni, denunció que “Lo que la Shell y la Chevron han hecho al pueblo ogoni, a sus tierras y a sus ríos, a sus arroyos, a su atmósfera, llega al nivel de un genocidio. El alma del pueblo ogoni está muriendo, y yo soy su testigo”. 

En 1995 una dictadura militar bancada por estas empresas multinacionales del imperialismo yanki-europeo, tomó el poder en Nigeria. Y como cuenta Eduardo Galeano en Patas Arriba, La escuela del mundo al revés (1998): “unos meses más tarde, la dictadura de Nigeria ahorcó a Ken Saro-Wiwa. El escritor fue ejecutado con otros ocho ogonis, también culpables de luchar contra las empresas que aniquilaron sus aldeas y redujeron sus tierras a un vasto yermo. Muchos otros ogonis habían sido asesinados antes, por el mismo motivo” (Galeano).

También nos cuenta Galeano en su Memoria del fuego (1986) y en Las venas abiertas de América Latina (1971), que la Standard Oil (la misma Chevron, pero con su nombre anterior), estuvo metida con sus negocios junto con la Shell, en la Guerra del Chaco en 1933, de hecho “había provocado el conflicto” entre bolivianos y paraguayos, para obtener todo “el posible petróleo del Chaco”. Otras fuentes también hablan de la influencia de la Standard Oil tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial “con la venta de armas y suministros a los países beligerantes” (Wikipedia), incluso al nazismo.

Refiriéndose a nuestro país, Galeano también nos recuerda “La empresa estatal YPF, ha sido víctima de un continuo y sistemático sabotaje, desde sus orígenes hasta la fecha” por parte de Chevron y la Shell, ya que “hay una serie de elocuentes coincidencias en los golpes de Estado que se han sucedido todo a lo largo de los últimos cuarenta años”. Galeano adjudica la influencia de la Standard Oil y la Shell en los golpes de Estado a Yrigoyen en 1930, a “el gobierno de Ramón Castillo en junio de 1943”, a Perón en 1955, a Frondizi en 1962, y a Illia que “fue derribado en 1966”. 

Y entre los cómplices de la última dictadura militar argentina, Rodolfo Walsh en su  Carta abierta de un escritor a la Junta Militar (1977) denuncia a “la ITT, la Esso, la Shell, las automotrices, la US Steel, la Siemens”. La Esso (Eastern Seabord Standard Oil) no es otra que Exxon o Chevron. Es decir que los eternos socios golpistas imperialistas petroleros de Chevron y la Shell, también fueron en buena parte el respaldo económico del golpe del 76 y de la última dictadura militar, y la desaparición de 30000 personas, entre ellos el propio  Walsh, que los denunciaba antes de que lo asesinaran.

La Standard Oil, la Shell, la Texas y algunas otras petroleras imperialistas, se habían distribuido por toda Latinoamérica, nos muestra Galeano, apoyando crisis sociopolíticas, golpes de estado, dictaduras militares, guerras entre pueblos hermanos, bloqueos económicos en Cuba, México, Venezuela, Argentina, Uruguay, Bolivia, Paraguay, Perú, etc. Incluso en Perú: Chevron ya trabajó genocidamente junto a Monsanto, en 1965, en las “zonas guerrilleras”, “los militares peruanos” regaban con napalm made in Monsanto, mientras la Standard/ Chevron les proporcionaba “gasolina y el know-how para que elaboraran las bombas en la base aérea de Las Palmas, cerca de Lima” (Galeano).

Pero el alcance de las megaempresas Chevron y la Shell no es sólo latinoamericano sino vimos también mundial, y éstas “levantan y destronan reyes y presidentes, financian conspiraciones palaciegas y golpes de Estado, disponen de innumerables generales, ministros y James Bonds y en todas las comarcas y en todos los idiomas deciden el curso de la guerra y la paz” (Galeano).       

Y son hoy “Las dos empresas más poderosas del planeta” (Galeano). Ambas trabajan -como vimos- en conjunto con la venta de armas, porque “de las armas y del petróleo dependen, en gran medida, su economía y su estilo de vida” (Galeano). De hecho la Standard/ Chevron es “la mayor empresa industrial del mundo capitalista” (Galeano). 

Es sabido que cuando le preguntaron al magnate fundador de Chevron, John Rockefeller si: “¿Se puede amasar una gran fortuna sin apartarse de la legalidad?”, el millonario contestó que no, que era “Imposible”. O sea que los Rockefeller y Chevron pareciera que creen que es necesario hacer actos ilegales para seguir construyendo su fortuna hipercapitalista. Respaldados por gobiernos imperialistas, desde luego. “La igualdad entre los hombres no es posible ni deseable”, dicen los Rockefeller. Y Galeano también  denunció subrepticiamente los vínculos millonarios de las petroleras Standard Oil y la Shell con Al Capone y la mafia y el hampa ítalo-norteamericano, por los años 30. Y es sabido que hasta el mismo gobierno de EEUU declaró ilegal al monopolio petrolero de los Rockefeller, a fines del siglo XIX.

Para varios investigadores, los Rockefeller de Chevron, junto a los Rothschild son dos de las familias más poderosas política-económica-cultural y militarmente, ya que “controlan una fantástica red de bancos, empresas de petróleo, corporaciones multinacionales, compañías aéreas, y decenas de otras organizaciones” dice David Icke, que también nos recuerda que dentro de los accionistas de Chevron ha habido también jefes de la CIA como John McCone: “Las compañías petroleras, gobiernos, agencias de inteligencia, los bancos, las multinacionales, los medios de comunicación: todos estos son indivisibles, porque todos son propiedad o están controlados por las mismas fuerzas. Las agencias de inteligencia trabajan para los intereses de las compañías petroleras, y viceversa” (Icke).    

NO a los monopolios internacionales 

“Digamos que Monsanto es una de las mayores corporaciones transnacionales del Planeta, que se caracteriza por haber producido terribles males a la humanidad. Nos referimos entre otros inventos al NAPALM o gelatina combustible, al PCB o policloruro de bifenilo que ha causado enormes contaminaciones y mortandades por cáncer, el Agente Naranja que se empleara masivamente en Vietnam como defoliante de las selvas y que ha producido cientos de miles de muertes y de niños nacidos deformes entre el pueblo vietnamita así como entre los propios soldados norteamericanos que fueron víctimas de sus propias armas. También son responsabilidad de Monsanto muchas de las semillas genéticamente modificadas que producen actualmente las mayores cosechas internacionales y cuyas consecuencias sobre las próximas generaciones aún desconocemos pero presumimos. Es asimismo de Monsanto el Roundup Ready, el herbicida que acompaña a las sojas RR, cuyo componente principal es el Glifosato y de cuyos efectos sobre la salud los argentinos lamentablemente tenemos sobradas experiencias. También es de Monsanto, la hormona recombinante bovina o somatotropina bovina recombinante (rBST), que se le aplica a las vacas de tambo para que produzcan más leche, una hormona transgénica que se encuentra prohibida por su extrema peligrosidad para el consumidor en muchísimos países y que en la Argentina se difunde alegremente sin mayores obstáculos. Monsanto entró en los años noventa casi subrepticiamente haciendo lobby, y en 1996 consiguió que le aprobaran su primera semilla de Soja transgénica. Han transcurrido desde entonces dieciséis años, dieciséis años en que la imagen de Monsanto creció desde las sombras y desde el amparo que le permitió la extendida ignorancia sobre lo rural, tanto de la política, como de los sucesivos funcionarios que se sucedieron en esos muchos años. Ahora por vez primera, Monsanto se encuentra celebrado en el discurso de la propia Presidente de los Argentinos y en cada una de las alocuciones del Ministro de Agricultura que, no solo habla desde el propio podio de la empresa, sino que anuncia con solemnidad que la Argentina se dispone a modificar la Ley de Semillas para adecuarla a los nuevos intereses puestos en juego, o sea que por vez primera reconoceremos los derechos corporativos al patentamiento y a que tengamos que pagar por usar las semillas que ya definitivamente no volverán a ser nunca más de nosotros… Ellos son progresistas y marchan decididamente hacia un abismo”, decía recientemente el ecoperonista Jorge Rulli, que se siente un heredero del Perón futurista-verde, y que define a la Argentina actual como una “republiqueta sojera”. 

Respecto a la contaminación petrolífera, agregaba Perón: “En el curso del último siglo el ser humano ha exterminado cerca de 200 especies animales terrestres. Ahora ha pasado a liquidar las especies marinas. Aparte de los efectos de la pesca excesiva, amplias zonas de los océanos, especialmente costeras, ya han sido convertidas en cementerios de peces y crustáceos, tanto por los desperdicios arrojados como por el petróleo involuntariamente derramado. Solo el petróleo liberado por los buques cisterna hundidos ha matado en la última década cerca de 600.000 millones de peces. Sin embargo seguimos arrojando al mar más desechos que nunca, perforamos miles de pozos petrolíferos en el mar o sus costas y ampliamos al infinito el tonelaje de los petróleos sin tomar medidas de protección de la fauna y flora marinas”. Y hoy que todo está peor, y que vivimos revolcaos en un merengue repleto de agrotóxicos, transgénicos y venenos contaminantes, el presidente boliviano Evo Morales nos invitó a todos y todas a que defendamos los derechos de la Pachamama. Y por otro lado, ¿qué diría hoy del fracking, el General? Si recordamos su Mensaje…, posiblemente lo condenaría indefectiblemente. O quizás pensaría que no queda otra, porque sino la golpista Standard/ Chevron volvería a voltear un presidente argentino más, como ya vimos hizo antes varias veces (Galeano).

Respecto a las aguas potables, agregaba Perón, hace 40 años: “La liquidación de aguas profundas ya ha convertido en desiertos extensas zonas otrora fértiles del globo, y los ríos han pasado a ser desagües cloacales más que fuentes de agua potable o vías de comunicación. Al mismo tiempo la erosión provocada por el cultivo irracional o por la supresión de la vegetación natural se ha convertido en un problemas mundial, y se pretende reemplazar con productos químicos el ciclo biológico del suelo, uno de los más complejos de la naturaleza”. 

Desde entonces han pasado ya varias décadas neoliberales en que “el modelo extractivista exportador se profundizó a tal nivel, que nos convertimos en un país invadido por corporaciones transnacionales de todo el mundo: americanas, canadienses, europeas, australianas, chinas o japonesas, a las cuales se entregaron millones de hectáreas de tierras, yacimientos y bienes naturales” como dice Pino Solanas, que también se siente un heredero de aquel Mensaje… setentista y ecoperonista. 

Bibliografía Básica: Juan D. Perón, Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo. - Julio Cortázar, Fantomas contra los vampiros multinacionales.- Rodolfo Walsh, Carta abierta de un escritor a la Junta Militar.- Héctor Germán Oesterheld/ Solano López, El Eternauta.- Eduardo Galeano, Ser como ellos y otros artículos, Las venas abiertas de América Latina y otros libros.- Roger-Pol Droit, Entrevistas con Michel Foucault.- David Icke, Y la verdad los hará libres 
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