4 de mayo de 2013

Paraguay: Un paso atrás para Latinoamérica



EL CONSERVADOR Y GOLPISTA PARTIDO COLORADO OBTIENE EL TRIUNFO EN UNAS ELECCIONES POCO TRANSPARENTES 

Horacio Cartes, del Partido Colorado, se erige como nuevo presidente del Paraguay en un nuevo intento latinoamericano de hacer olvidar las conspiraciones y las destituciones golpistas a la hondureña.  

Por Marcelo J. Levy 


Cuando se cerraron los comicios el pasado domingo 21 de abril en Paraguay,  tanto el Tribunal Superior de Justicia Electoral comola Organización de Estados Americanos (OEA), de inmediatolegitimaron el triunfo colorado. También lo hicieron  algunos otros organismos y ciertos gobiernos extranjeros, pero nadie, en su sano juicio, podrá negar la ausencia de democracia que es la característica más sobresaliente de las elecciones generales pasadas. 

No es necesario dar cuenta de ello, pero para algunos desprevenidos, no olvidemos que la vida institucional de Paraguay fue quebrantada hace 10 meses con el Golpe de Estado, llamado falsamente parlamentario. Así, la necesidad de estas elecciones tiene como objetivo único legitimar lo ilegítimo, borrar el proceso golpista y mostrar a todo el mundo que en Paraguay, el pueblo vota y elige presidente. Cuando en ediciones anteriores de CONTRACULTURAL reflexionábamos sobre lo pedagógico que había sido el golpe de estado en Honduras, vemos que los alumnos del partido colorado han aprendido. Luego del golpe, se llama a elecciones generales para dar un marco institucional, formal y pseudo legítimo a un sector golpista y desestabilizador por excelencia. De manual.

El primer elemento que permite considerar antidemocráticas estas elecciones es el carácter espurio y faccioso del gobierno convocante, aquel que terminó con la administración de Fernando Lugo, elegido en las elecciones más libres en 200 años de historia del país, a cuatro años de su ejercicio y a sólo un año de finalizar su mandato.

La corrupción imperante en toda la campaña electoral desde los dos principales partidos, el Colorado y el Liberal, cuyos dirigentes confiesan que han invertido muchos millones de dólares, es el segundo elemento antidemocrático en juego, al que se debe sumar un tercero: la censura aplicada por algunos órganos de prensa a las fuerzas progresistas o de oposición. 

En concreto, Aníbal Carrillo Iramain, el presidenciable del Frente Guasú, encabezado por Lugo, e integrado por una docena de partidos y organizaciones, acusó al Canal 9 de la Televisión privada y a la propia Televisión Pública, de censurar a esa fuerza política que, según algunos sondeos, se situaría en tercera posición en las preferencias del electorado, con similitudes en las intenciones y parejas posibilidades con el recién formado Movimiento Avanza País, conducido por el comunicador Mario Ferreiro. 

Un cuarto elemento probatorio del carácter antidemocrático de las elecciones, es que se llegó a las urnas con una fuerte presión sobre el pueblo, buscando inocular miedo, particularmente en las poblaciones rurales, de lo que es una muestra grosera la docena de presos políticos que, desde hace varios meses, están repartidos en diferentes cárceles del país, sin condena por falta de pruebas. 

Todos son activistas campesinos, cuyo “delito” es reclamar una reforma agraria que redistribuya la tierra, y termine con el abandono y expulsión de las chacras de unas 300 mil familias. 

Su calvario, uno más en la larga historia de sufrimiento y humillación del campesinado paraguayo, comenzó el 15 de junio del año pasado, cuando se produjo una masacre de campesinos y policías, que diversos elementos y fuentes consideran que fue parte del plan golpista que, una semana después, terminó con el Gobierno de Lugo. 

Sabido es que ese hecho fue utilizado por la dirigencia derechista, enquistada en los partidos y gremios empresariales, aplicando un diseño pergeñado por ciertos diplomáticos extranjeros y elementos de las corporaciones sojeras y de la megaminería, para acusar a Lugo de mal desempeño de sus funciones. 

En una parodia de juicio político, que duró 17 horas, el parlamento destituyó al mandatario que había sido elegido democráticamente el 20 de abril del 2008, en presencia de miles de extranjeros que habían llegado al país con la esperanza de ver resurgir la democracia en este país miembro del MERCOSUR y la UNSAUR, de donde quedó suspendido a partir de cortando el proceso de cambios. 

Insultos y acusaciones de corrupción es lo que más sobresale entre los candidatos con más posibilidades de imponerse. Propuestas de programa de gobierno no existen. El actual presidente electo Horacio Cartes es presentado por los liberales, y no sólo por ellos, como narcotraficante y contrabandista y éste dice que obligará a Alegre a devolver al Estado 25 millones de dólares que malversó cuando fue Ministro de Obras Públicas en el Gobierno de Lugo, quien lo destituyó a los dos años. 

En política internacional, aunque es un tema casi ignorado por ambos candidatos, algo de sus intenciones se filtra a través de algún postulante a gobernador o parlamentario y, en general, poca diferencia habría con el comportamiento del actual gobierno del golpe, es decir, continuar la subordinación a Estados Unidos en todos los planos. No hay que soslayar el marcado aumento en el número de funcionarios en la embajada de Estados Unidos en Asunción durante el año pasado, necesario para mantener el control sobre el gobierno paraguayo de Federico Franco y digitar lo que fue la farsa eleccionaria. 

En la afanada competencia por quién es más entreguista de los intereses y la soberanía nacional, Cartes aparenta ser aún más preocupante que Alegre, pues se declara partidario de confiar al Ejército la misión de control de la ciudadanía, desplazando a la policía, proyecto avanzado por el Pentágono para toda Latinoamérica. 

Además, en el entorno del candidato colorado, hay varios egresados de cursos militares y de espionaje organizados por Estados Unidos, y todos apoyan la instalación de una base militar en el Chaco, en la frontera con Bolivia, con los radares puestos en dirección de Argentina, Brasil, Venezuela y la rica Amazonía. 

Por la vereda de enfrente, camina una parte del pueblo que piensa diferente, pero que aún no cuenta con una representación política que vaya a la par, convencida de que el país necesita cambios políticos, económicos y culturales, tomando cuerpo el reclamo de un cambio estructural del Estado, cuya función sirva para consolidar independencia y bienestar social, goces que disfrutó la población desde el nacimiento de Nación Independiente en 1813 hasta 1864, cuando el imperio inglés lanzó la Guerra de la Triple (Infamia) Alianza, con los ejércitos de Argentina, Brasil y Uruguay. 

Queda reflexionar que harán, entonces, el MERCOSUR, UNASUR Y LA CELAC. Es difícil dilucidarlo ahora. Lo cierto es que la gran mayoría de los países convalidaron el triunfo de Cartes y de hecho, el MERCOSUR ya lo ha invitado a participar de la próxima cumbre del bloque en Montevideo. Las enseñanzas del bloque de países progresistas no son tan efectivas como la de los golpistas. A menos de un año del golpe en Paraguay, ya está invitado a sumarse luego de su suspensión, retomando su lugar de miembro pleno. Mientras se continúen legitimando este tipo de procesos, mientras los gobiernos prioricen cuestiones diplomáticas por sobre el respeto a los pueblos, lejos estaremos de realizar un cambio estructural de las democracias latinoamericanas. Parecemos tener amnesia.  

REVISTA CONTRACULTURAL
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