UNA REBELDE DE PRIMERA CATEGORÍA
El 1° de diciembre de 1955, Rosa Parks se hizo
famosa por negarse a darle su asiento en el autobús a un pasajero blanco en
Montgomery, Alabama, hecho que dio inicio al actual movimiento por los derechos
civiles. El lunes 4 de febrero se cumplen cien años de su nacimiento. En 2005,
Rosa falleció a los 92 años de edad y gran parte de los medios la describió
como una costurera cansada, no como una persona problemática. Pero los medios
se equivocaron. Rosa Parks era una rebelde de primera categoría.
Por Amy Goodman (desde Estados Unidos)
La catedrática
Jeanne Theoharis derriba el mito de la apacible costurera, en su nuevo libro
“The rebellious life of Mrs. Rosa Parks” (La vida rebelde de Rosa Parks).
Theoharis me dijo: “Se trata de la historia de una vida de activismo, la
historia de una vida que ella misma describiría como ‘rebelde’ y que comienza
décadas antes del histórico incidente del autobús y se prolonga décadas
después”.
Rosa Parks nació
en Tuskegee, Alabama y le enseñaron que tenía derecho a ser respetada y a
exigir ese respeto. Las leyes de Jim Crow estaban muy arraigadas en aquel
entonces y la segregación se aplicaba en forma violenta. En Pine Level,
Alabama, donde vivía Parks, los niños blancos iban a la escuela en autobús,
mientras que los niños afroestadounidenses debían caminar. Rosa Parks recordó:
“Ese era un modo de vida. No teníamos otra alternativa más que aceptar lo que
era la costumbre. El autobús fue una de las primeras cosas que me hizo ver que
había un mundo para negros y otro para blancos”.
En la última etapa
de su adolescencia Rosa conoció a Raymond Parks, con quien se casó. Raymond, el
primer activista que Rosa conoció, era miembro de la filial de la Asociación
Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP, por sus siglas en
inglés) en Montgomery y cuando Rosa se enteró de que las mujeres podían
participar en las reuniones, asistió a una y fue elegida secretaria de la
filial en su primera reunión.
Fue allí donde
Rosa conoció a E.D. Nixon, un dirigente obrero revolucionario con quien
trabajó. En 1955 Rosa pudo asistir a la escuela Highlander Folk en Tennessee,
un lugar de encuentro de activistas (blancos y negros) comprometidos a superar
la segregación donde se desarrollaban estrategias y tácticas de resistencia no
violenta. Fue allí donde Pete Seeger y otros músicos escribieron la canción “We
shall overcome” que luego se convirtió en el himno del movimiento por los
derechos civiles.
Rosa Parks regresó
a Montgomery y volvió a trabajar como costurera. El 1° de diciembre de 1955,
luego de salir del trabajo, tomó el autobús hacia su casa. “El conductor dijo
que si me negaba a dar mi asiento, iba a tener que llamar a la policía. Y le
dije ‘Llámela’”, afirmó Parks en una entrevista con Radio Pacífica en abril de
1956. “Había llegado el momento, después de haber sido maltratada hasta un
punto que ya no podía tolerar”. Su arresto aquel día provocó el boicot a los
autobuses de la ciudad de Montgomery, que duró más de un año. El boicot fue
encabezado por un joven que acababa de instalarse en la ciudad: el Dr. Martin
Luther King Jr., en cuyo lanzamiento participó Rosa Parks. Durante el boicot,
alrededor de 50.000 afroestadounidenses viajaban juntos en sus automóviles,
utilizaban vehículos de la iglesia, tomaban taxis de propietarios
afroestadounidenses y caminaban. La medida perjudicó los negocios de los
blancos y el sistema de transporte público. Parks y otros activistas
interpusieron un recurso judicial contra la segregación y en junio de 1956 un
tribunal federal declaró la inconstitucionalidad de la segregación en los
autobuses.
Los Parks se
mudaron a Detroit. Rosa continuó con su activismo, reaccionó frente a los
disturbios de Detroit de 1967, consultó a miembros del movimiento “Black
Power”, como Stokely Carmichael, y se opuso a la guerra de Vietnam. La
historiadora Theoharis señala que el mayor héroe de Parks era Malcolm X.
“Sentía un gran
respeto por King, pero decía que Malcolm X era su héroe personal. La
disposición de Malcolm X para hablar sobre el liberalismo del norte y la
hipocresía del norte, su temprana oposición a la guerra de Vietnam, todas esas
cosas eran muy cercanas a su postura política”.
En la década de
1980, Rosa Parks luchó contra el apartheid y se sumó a las protestas frente a
la embajada de Sudáfrica en Washington D.C.
Cuando Parks
conoció a Nelson Mandela, después de que fuera liberado, Mandela le dijo: “Ud.
me dio ánimo todos esos años en prisión”.
Rosa Parks fue la
primera mujer estadounidense en ser enterrada en la rotonda del Capitolio.
Cuando murió, me apuré para llegar a Washington D.C. a cubrir su funeral; allí
encontré a una joven estudiante universitaria y le pregunté por qué estaba ahí
junto a cientos de personas escuchando el funeral a través de los parlantes. La
joven dijo con orgullo: “Les escribí a mis profesores para avisarles que hoy no
asistiría a clase. Hoy voy a aprender algo importante”.
Tenemos mucho que
aprender de Rosa Parks. De hecho, ella y otras jóvenes se habían negado a dar
sus asientos en el autobús antes del 1° de diciembre de 1955. Nunca se sabe
cuándo llegará ese momento mágico. El próximo 4 de febrero la oficina de
Correos de Estados Unidos emitirá una estampilla denominada ‘Rosa Parks
Forever’ (Por siempre, Rosa Parks), una muestra de la marca indeleble que dejó
su activismo. Rosa Parks no era ninguna costurera cansada. Como ella misma dijo
en referencia a la valiente decisión que tomó: “Si había algo de lo que estaba
cansada era de ceder”. “No tenía miedo. Había decidido que de una vez por todas
tenía que saber qué derechos tenía como ser humano y como ciudadana, incluso en
Montgomery, Alabama”.
Denis Moynihan
colaboró en la producción periodística de esta columna.
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