REPSOL, ESTEBAN RIGHI y DANIEL HADAD EXPULSADOS DEL
PARAÍSO
¿Qué tienen en común una empresa petrolera multinacional, un alto funcionario judicial y un magnate de los medios de comunicación? Que en los últimos años los tres fueron bendecidos por el máximo poder político de la Argentina hasta que, por distintas razones, pasaron a ser considerados por ese poder como traidores o como tibios, según el caso. En la nacionalización parcial de YPF cayó Repsol; el affaire que involucra al vicepresidente Boudou se llevó puesto al Procurador Esteban Righi y la necesidad de engrosar la cadena paraestatal de medios de comunicación dio fin al noviazgo entre el gobierno y Daniel Hadad. Es decir: los que eran una empresa amiga, un funcionario “permeable” y un empresario “del palo” fueron expulsados del paraíso sin aviso y sin piedad.
¿Qué tienen en común una empresa petrolera multinacional, un alto funcionario judicial y un magnate de los medios de comunicación? Que en los últimos años los tres fueron bendecidos por el máximo poder político de la Argentina hasta que, por distintas razones, pasaron a ser considerados por ese poder como traidores o como tibios, según el caso. En la nacionalización parcial de YPF cayó Repsol; el affaire que involucra al vicepresidente Boudou se llevó puesto al Procurador Esteban Righi y la necesidad de engrosar la cadena paraestatal de medios de comunicación dio fin al noviazgo entre el gobierno y Daniel Hadad. Es decir: los que eran una empresa amiga, un funcionario “permeable” y un empresario “del palo” fueron expulsados del paraíso sin aviso y sin piedad.
Por Marcelo R.
Pereyra
TRES TRISTES
TIGRES I
“Los hidrocarburos son bienes nacionales
de dominio originario, directo, inalienables e imprescriptibles del Estado,
razón por la que constituyen propiedad pública inviolable” (Decreto 28701, emitido en Bolivia el 1º
de mayo de 2006 por el presidente Hugo Morales).
El modelo de desarrollo de los países más industrializados
del planeta se basa desde fines del siglo XIX en el gas y en el petróleo, y es
menester que esos insumos se mantengan a bajo precio para poder reproducir tal
modelo de desarrollo. Por eso los países centrales, a través de sus empresas
petroleras, siempre han procurado apropiarse de los hidrocarburos de los países
periféricos -en Oriente Medio, en América Latina, y en África- para poder
controlar su explotación y comercialización. El caso de España y Repsol es
paradigmático: un país que no posee una gota de petróleo tiene una de las más
grandes petroleras. Según la página
web de Repsol, la empresa desarrolla
“actividades” en treinta países, está ubicada dentro de las diez mayores
petroleras privadas del mundo y es la mayor compañía privada energética de
América Latina “en términos de activos”.
A esta petrolera se le cedió el control de YPF, cuando en
1992 el ex presidente Carlos Menem decidió privatizar la empresa que simbolizó
como ninguna otra lo “nacional”. Así se difuminó la extensa presencia de YPF en
todo el país; así quedaron sin trabajo cerca de cincuenta mil de sus empleados; así se hambreó a pueblos
como Cutral Có y General Moscón y se reprimió y criminalizó a quienes en las
calles y en las rutas protestaron contra el saqueo privado de nuestras reservas.
Así murieron, entre otros, Aníbal Verón, Carlos Santillán y Oscar Barrios.
Aquella decisión privatizadora de Menem fue saludada y apoyada por el entonces
gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner y por la entonces diputada Cristina
Fernández. El proyecto de estatización parcial enviado por la Presidenta Fernández
fue votado favorablemente por el hoy senador Menem. Cosas de la política.
Hábilmente, Cristina Fernández supo recuperar la
iniciativa en el medio del tembladeral político desatado por el affaire en el que quedó involucrado su
simpático y exultante vicepresidente. Ante el desbalance en el intercambio comercial, pese al cierre
casi total de las importaciones, provocado en buena parte por la importación de
petróleo por valor de quince mil millones de dólares y frente a todos los
informes que desde hace mucho tiempo alertaban sobre la falta de inversión de
Repsol y sobre las generosas ganancias que esta empresa le giraba a su casa
matriz, Fernández eligió a la petrolera española, con la que estaba todo bien
hasta hace un mes, como el nuevo enemigo a batir y simultáneamente como el chivo
expiatorio del notorio desabastecimiento de combustibles que se viene
padeciendo en la Argentina desde hace años, tanto en las ciudades como en el
campo. En ningún momento el gobierno admitió que estos informes negativos sobre
Repsol no son de hace tres meses, sino que se conocen por lo menos desde hace
tres años atrás. Sin embargo, nunca se hizo nada hasta ahora.
La jugada de poner en discusión la propiedad de YPF tuvo,
por lo menos, tres efectos benéficos para el gobierno: distrajo la atención,
temporalmente, de la investigación por los desaguisados de Amado Boudou; renovó
los aires patrioteros, que siempre vienen bien para cohesionar a la tropa, que
ya habían sido estimulados durante el recordatorio de la Guerra de Malvinas y
con la aprobación mayoritaria de su proyecto en el Congreso logró otro triunfo
político estruendoso.
Ahora la Presidenta deberá demostrar que esta vez no
usará una causa justa para su beneficio político personal, como lo hizo con la
reestatización de las jubilaciones y con la ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual. Fernández deberá garantizar que la toma del control de la
petrolera, que creó el general Mosconi durante el gobierno de Hipólito
Hirigoyen, será para el bien común. Para ello deberá determinar con cuidado las
condiciones con las que se asociará con petroleras privadas interesadas en
invertir en la Argentina. El punto crucial será el precio que se les pagará a
estas empresas por el petróleo que extraigan. El precio actual es muy bajo en
relación con casi todo el planeta y las petroleras no lo aceptarán, pero su
aumento repercutiría en los precios internos del país por el consiguiente
aumento de la nafta. Es decir que en ese supuesto caso la nacionalización del
51% de YPF sería un tiro por la culata.
TRES TRISTES
TIGRES II
El 11 de marzo de 1973 el candidato nombrado por Juan
Perón, Héctor Cámpora, ganó las elecciones presidenciales en Argentina. Cámpora
designó como ministro del Interior al joven abogado Esteban Righi. Nada más
asumir, Righi organizó un acto en el Departamento Central de la Policía Federal
en el que pronunció un discurso inolvidable: por primera vez un funcionario
civil se animó a reprocharles en la cara a los jefes policiales su
participación en las acciones represivas de la autodenominada “Revolución
Argentina”, nombre de fantasía de la dictadura militar que asoló el país entre
1966 y 1973. Righi les dijo también a los federales que de allí en más debían poner
sus armas al servicio del pueblo y no contra él. Con el paso de los años se
haría evidente esta ingenua interpelación de Righi, pero en ese momento su
discurso armó un tremendo revuelo: sus propios colegas de gabinete le pidieron
a Cámpora que lo echara; por otra parte, la Juventud Peronista, controlada por
Montoneros, organizó una marcha para defenderlo. Al final lo echaron. Poco
después vino la vuelta de Perón, los sucesos de Ezeiza, López Rega, la Triple A
y una nueva dictadura militar, la más terrible de todas. El resto es historia
conocida.
Durante esos años Righi se dedicó a su estudio de
abogacía sin abandonar su fe peronista. En 2004, cuando ya era conocido como un
prestigioso penalista, Néstor Kirchner lo nombró Procurador General de la
Nación. En ese cargo -que implica la jefatura de todos los fiscales de los
fueros penales, es decir, de los funcionarios encargados de impulsar acciones
contra sospechosos de delitos, dentro de los que están incluidos los miembros
del gobierno- Righi fue leal y funcional a los K. Pero también fue eficiente:
sus fiscales lograron desmontar algunas redes de trata de personas y un
dispositivo de procedimientos policiales ilegales y fraudulentos. Esta última
investigación, que logró que varios de los policías federales implicados fueran
procesados, estuvo a cargo de una de los más cercanos colaboradores de Righi,
el entonces fiscal Daniel Rafecas. Un poco como premio y otro poco por
compartir ideas políticas con su subordinado, Righi intercedió para que Rafecas
fuera nombrado juez federal. Néstor Kirchner aceptó.
Pasaron los años. Rafecas comenzó a tomar acertadas
decisiones procesales. Pronto se hizo fama de juez probo y capaz. Todo iba muy
bien, hasta tuvo tiempo de escribir un libro sobre el Holocausto judío, hasta
que ¡ay! le cayó en el sorteo una causa en la que el vicepresidente Amado
Boudou está denunciado por tráfico de influencias y defraudación. Rafecas fue
políticamente prudente en el manejo de la causa, pero cuando autorizó el
allanamiento de un departamentito que don Amado posee en el edifico más lujoso
del lujoso barrio Puerto Madero, el juez firmó su expulsión del paraíso: un
abogado “amigo” lo denunció al Consejo de la Magistratura presentando copias de
conversaciones privadas que había mantenido con Rafecas sobre la causa Boudou.
Con la rapidez de un rayo, el Consejo le dio luz verde a la denuncia y unos
días después la Cámara Federal de Apelaciones decidió apartar a Rafecas y
nombrar al juez Lijo para proseguir con la causa. Hasta ahora, habiendo pasado
casi un mes, su señoría no tomó ninguna decisión. Mientras tanto, don Amado
también se había dedicado a atacar a Rafecas y además, para sorpresa de muchos,
dirigió munición gruesa contra el procurador Righi, acusándolo de lo mismo que
lo acusan a él: tráfico de influencias. Lo cierto fue que Righi presentó inmediatamente
su renuncia; la Presidenta no dudo un instante en aceptársela y con notable
presteza se apresuró a proponer como su reemplazante a un señor Daniel Reposo,
que exhibe como mejor antecedente para el cargo de Procurador General de la
Nación tener una fidelidad canina para con el vicepresidente Boudou.
TRES TRISTES
TIGRES III
Gerardo
Daniel Hadad accedió al periodismo de la mano del inolvidable e inefable
Bernardo Neustadt. Luego se apartó de su protector y comenzó su camino como
propietario de medios relacionándose siempre con lo “peor de cada casa”. Hombre
de férreas convicciones derechistas y militaristas, fue relacionado con el
Batallón 601 del Ejército, con oscuros banqueros como Raúl Moneta, con la
embajada de Estados Unidos y con lo más reaccionario de la jerarquía católica. La
primera joya de su corona mediática, Radio 10, la adquirió en 1999 gracias a
Carlos Menem. En 2002 se asoció con Fernando Sokolowicz, el director de Página/12, para comprar el diario BAE. Al año siguiente esta insólita
alianza compró canal 9. Luego se fue Sokolowicz y entró el mafioso Moneta, pero
en 2006 don Daniel puso treinta palitos verdes y se quedó él solo con el canal
de la palomita. Para ese entonces también era propietario de diario Infobae, de Infobae.com, y de las radios
FM Pop, Amadeus y la Mega, y junto al actual diputado del peronismo federal, Francisco
de Narváez, y a uno de los capos del Grupo Uno, Daniel Vila, compró
ese mismo año la proveedora de Internet Uol Sinectis. Al año siguiente la
corona se engalanó con la señal de noticias C5N, que obtuvo un lugar de
privilegio –el 5- en la grilla de canales –que estaba destinado a la televisión
pública que fue a parar al 15- gracias a Néstor Kirchner. Tal era entonces la afinidad
de don Daniel con don Néstor y doña Cristina que estos se lo llevaban de viaje.
Así, en la foto que ilustra esta nota puede vérselos a los tres departiendo
amablemente con funcionarios del gobierno de George Bush durante una visita a
New York en 2006. Pasó algo curioso con esa foto: fue sacada por el fotógrafo
de la presidencia argentina y así publicada por el diario La Nación. Pero también la publicó Página/12, sólo que tuvo la precaución de eliminar a Hadad del
cuadro. Es que resultaba contradictorio que el ex socio del dueño del diario, y
personaje muy criticado en sus páginas debido a sus posturas extremistas y
prejuiciosas, apareciera muy sonriente al lado de los K, a los que Página ya apoyaba incondicionalmente.
Ajeno
a estos dilemas, Hadad puso a C5N al completo servicio de sus favorecedores y
mecenas, que ya venían rumiando el proyecto de salir a cortarle el aire a la
señal TN del Grupo Clarín. Por esa actitud genuflexa de la señal de Hadad, esos
mete púas que nunca faltan la bautizaron como Cristina5Néstor. No obstante, don
Daniel se permitía sus licencias: cada vez que podían, sus periodistas les
pegaban tremendos palos a aliados del matrimonio presidencial, como Luís D’Elía
o Hugo Chávez, y le daban mucho aire a políticos detestados por el poder K,
como el gobernador Daniel Scioli y el intendente Sergio Massa. Mientras don
Néstor estuvo entre los vivos, a don Daniel se le perdonaron estos pecadillos,
pero con doña Cristina en el poder los tiempos son otros y “a los tibios los
vomita Dios”. Así que desde el gobierno le avisaron a Hadad que tenía que ir
desprendiéndose de algunos de sus medios audiovisuales, y como para demostrarle
que la cosa iba en serio le empezaron a quitar publicidad oficial. La señal
definitiva llegó el día que lo obligaron a sacar abruptamente del aire un programa
de Marcelo Longobardi en el que otro eyectado del paraíso K, el ex jefe de
campaña presidencial y ex jefe de gabinete de Néstor Kirchner, Alberto
Fernández, se despachaba a fondo contra Cristina Fernández. Hadad terminó
vendiéndole cinco radios y una señal de noticias al empresario recontra K
Cristóbal López por tan solo 49 millones de dólares. Dicen que López dice que
compró los medios para poder defenderse el día en que él también caiga en desgracia y se
convierta en otro triste tigre más.
REVISTA CONTRACULTURAL
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