4 de febrero de 2012

Las inoportunas preguntas de mi tía Clotilde

LA CRISIS EN EUROPA Y LAS RECETAS DE SIEMPRE

Hace unas semanas yo estaba visitando unos parientes en España. Una noche sonó el teléfono en la habitación de mi hotel: “Tiene usté una llamada de larga distancia”, dijo el conserje, mientras yo me recobraba de la desagradable impresión que causa ser despertado a deshoras por un ruido estridente y una voz extraña. Me restregué los ojos y miré el reloj: eran la dos de la mañana. ¿Quién podría ser? Y apenas me hice la pregunta, me la contesté: ¡mi tía Clotilde!

Por Marcelo R. Pereyra (desde Madrid)



-Hola.

-¡Hola nene! ¿Cómo estás?- sonó potente y jovial la voz de mi tía, que pasó los ochenta hace un rato y que insiste en llamar “nene” a su sobrino ya mayor.

-Bien, tía, bien…

-¿Qué te pasa? Tenés voz de dormido.

-Es que estaba durmiendo…

-¡Pero si son apenas las 10 de la noche! ¿Te fuiste a dormir con las gallinas?

-¡Pero acá son las 2 de la mañana, tía!

-Ah, cierto, me olvidé que los gallegos van con otra hora.

-No solamente los gallegos, tía, sino toda Europa…

-Bueno, no importa. Vayamos a cosas más importantes. Te llamé porque vos sos periodista y sabes un poco de todo. Estuve viendo el noticiero y dice que allá en España el desempleo subió al 24 por ciento. ¡Igual que acá cuando estaba el patilludo riojano! ¿Qué les pasa a los gallegos?

-Tía, en primer lugar le agradezco que me pregunte cómo me ha ido aquí y cómo está la parentela…

-¡Nene dejate de pavadas! ¡Ya sabés que no soporto a esos gallegos presuntuosos y soberbios que tenemos por parientes!

-…y en segundo lugar, los periodistas no sabemos un poco de todo. Cada uno tiene su especialidad y procura…

-¿Me vas a contestar o no?

Pensé en cortar y desenchufar el teléfono, pero la conozco y sé que hubiese seguido insistiendo al día siguiente o al otro o al otro. Es como los chicos: caprichosa y demandante. Entonces decidí darle una rápida explicación para poder seguir durmiendo.

-Ejem…lo que le está sucediendo a España también le está pasando a los países menos industrializados de Europa, como Italia y Grecia. Están sufriendo los coletazos de la crisis financiera que comenzó en Estados Unidos en 2008, cuando se pinchó la burbuja inmobiliaria. Lo que pasa es que en España la crisis se manifiesta con más dramatismo en la tasa de desempleo, que, le aclaro, llega a casi el cincuenta por ciento entre los menores de veinticinco años.

-¿Y por qué está afectada Europa si la crisis empezó en Estados Unidos?

-Bueno…es que la economía ahora está globalizada- dije con resignación (y sabiendo que la cosa iba a ir para largo, porque mi tía Clotilde es de las personas que quieren agotar los temas, que hacen todas las preguntas que sean necesarias para saciar su curiosidad o interés, igual que los chicos).

-Sí, globalizada…hace rato que escucho esa palabrita, pero no sé qué quiere decir.

-Quiere decir, tía, que las economías de los países están muy relacionadas y que cuando a alguno le va a mal los otros pueden verse afectados.

-¡Igual sigo sin entender qué tiene que ver que los jóvenes no tengan trabajo en España con que se hayan dejado de pagar las hipotecas en Estados Unidos!

-Bueno tía –aquí un gran bostezo de mi parte-…es complicado…los bancos…el FMI…

-Explicámelo como para que lo entienda.

-Es que…-en fin, resignación, me dije- es que los capitales financieros más importantes de Europa y principalmente de Estados Unidos están distribuidos por todo el mundo, puestos en el negocio más redituable en cada país y en cada momento. Cuando uno de esos negocios se cae los capitales se retraen, se asustan por así decirlo, y se van a otro negocio y/o a otro país. Todas las crisis del capitalismo a lo largo de su historia han sido más o menos así. Lógicamente, los que más se resienten son los países más dependientes de la inversión de capitales para su desarrollo, es decir los que generan un menor producto bruto interno.

-Ajá, pero (siempre hay un pero con mi tía) si un negocio o una inversión empieza a andar mal ¿por qué los inversores no dejan su dinero o incluso ponen más para tratar de solucionar el problema y que la gente no se perjudique?

-¡Tía! ¿En qué mundo vive? ¿Desde cuando los capitalistas son buenos samaritanos? ¡Ya le he dicho que no hay nada más cobarde que el dinero!

-¡Bueno nene, parece que te despertaste! Tranquilizate y contame si es un lío parecido al que tuvimos nosotros y qué pito toca en este asunto el FMI.

-Sí, es parecido, sólo que los afectados son países más industrializados que los latinoamericanos. Sin embargo, también tienen deuda externa y el FMI les exige pagarla e, igual que a nosotros, les imponen que gasten menos y ahorren más para así poder pagar sus deudas con los inversionistas. Eso a lo que eufemísticamente le dicen ajuste.

- ¿Pero entonces los inversionistas nunca pierden?

-¡Claro! Porque las recetas son parecidas: el Estado debe destinar menos dinero en ayuda social, en planes de vivienda y en cosas parecidas y aumentar la recaudación de impuestos y dictar leyes laborales que restrinjan derechos y beneficios para los trabajadores.

-¡Como hicieron acá!

-Exacto. También incluyen todo tipo de restricciones a los inmigrantes de los países más pobres, y en España, Italia y Francia hay muchísimos, para que no compitan por los escasos puestos de trabajo que se generan. En realidad no compiten porque se dedican a actividades marginales. Los hombres son vendedores ambulantes. Madrid, por ejemplo, está lleno de manteros, como los de la calle Florida, de origen africano. Y muchas de las mujeres son obligadas a prostituirse.

-¡Pero si hacen todo eso nunca van a salir de la crisis!

-Así es.

-¿Y entonces para qué lo hacen?

-Tía, mi querida tía, ya le explicado otras veces que las crisis del capitalismo nunca afectan verdadera y profundamente a la base del sistema. Para que sobreviva el sistema los que tienen más les trasladan sus problemas a los que menos tienen. Y se lo justifica desde los gobiernos y desde los medios diciendo que ha habido descontrol en las cuentas fiscales, que el Estrado ha gastado mucho y mal, que se han otorgado demasiados beneficios sociales y que por lo tanto es necesario imponer un riguroso orden en todos los ámbitos. Escuché ayer a un periodista en la radio decir que incluso en España hay crisis moral causada por “el espíritu sindicalista que ha impregnado a nuestra sociedad”.

-¡Pero todo lo que me contás es muy injusto!

-¡Que novedoso lo suyo, tía! La base del sistema capitalista es la distribución desigual de la riqueza, de los recursos, de los derechos y de los beneficios. Y el principal garante de esa desigualdad es el Estado, para lo cual usa armas legales e ilegales, pacíficas y violentas. Todo con el fin de asegurar que no se altere el injusto orden establecido.

-¡Nene vos cada día estás más comunista! Debe ser la influencia de tu tío, que en paz descanse, que tanto te hablaba de política. Ese gallego bruto que trajo sus ideas anarquistas cuando migró a nuestro país y que a vos te llenó la cabeza.

-Le recuerdo que la se casó con ese gallego bruto fue usted.

-……….

-Tía, ¿sigue ahí?

-Sí, nene, sí. Y decime, ¿cómo va a seguir esto?

-Bueno, habrá conflictos, huelgas, paros, más desocupación, más marginalidad, más injusticia, menos salud, menos educación. Como ocurrió y sigue ocurriendo en Argentina. Hasta que llegará un momento en el que no podrán seguir tirando de la soga, es decir, que no podrán seguir ajustando más, y se llegará a un equilibrio precario que se mantendrá hasta que se desate una nueva crisis…

-Lo tuyo, nene, no es muy optimista.

-Bueno, qué quiere, las cosas son así. Y así seguirán hasta el día en el que llegué la revolución y cambie a este sistema por otro más justo.

-Eso ya pasó y no funcionó. Mirá lo que pasó con la Unión Soviética y todo eso.

-Esa es otra discusión y yo estoy muy cansado ahora. La dejamos para otro día, ¿puede ser?

-¿Me lo prometes?

-Se lo prometo.

-Chau nene, cuidate.

-Chau tía…


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