6 de agosto de 2011

Se acabó la farsa: El pinochetismo reapareció con represión estudiantil

EL GOBIERNO CHILENO FRENTE A SU PEOR MOMENTO

El presidente chileno, Sebastián Piñera, con sólo 26% de apoyo ciudadano, sacó mil policías a las calles para reprimir las manifestaciones estudiantiles que azotaron el país en demanda de educación gratuita.

Por Marcelo J. Levy


Sebastián Piñera respondió a la nueva manifestación de los "pingüinos", movilizados en defensa de la educación pública, con balas de goma, gases lacrimógenos y más de 900 detenidos, entre ellos muchos menores. Las fuerzas de seguridad impidieron que los estudiantes secundarios y universitarios utilizaran el transporte público y realizó ocupaciones en los colegios tomados.

Actualmente, el gobierno de Sebastián Piñera sigue el mismo modelo privatizador de la educación pública chilena aplicado bajo la dictadura de Augusto Pinochet.

Horas antes de la represión, la líder universitaria Camila Vallejo justificó la protesta porque “no se vieron avances sustantivos” en las negociaciones que durante los últimos días mantuvieron con funcionarios de la administración de Piñera. El gobierno había hecho una propuesta de 21 puntos, que despertó el inmediato rechazo de los estudiantes. “El escenario de hoy se parece mucho al estado de sitio en dictadura”, denunció Vallejo, en medio de la detención de 552 personas en todo el país.

La represión fustigada por la oposición de centro izquierda y organismos de derechos humanos motivó un cacerolazo en Santiago, Valparaíso y Concepción. Las protestas, que ya duran dos meses, fueron reprimidas a pie, caballos y vehículos por la policía que usó bombas lacrimógenas y carros hidrantes.

La acción policial, que no impidió que los estudiantes ocuparan un canal de televisión, fue justificada por el vocero del gobierno, el ministro Andrés Chadwick, primo de Piñera. “La policía ha actuado conforme a la ley y está cumpliendo con su responsabilidad y cuenta con el respaldo del gobierno”, subrayó al defender que la autoridad proscribiera las marchas.

La medida, basada en un decreto emitido por el dictador Augusto Pinochet para disolver protestas en su contra, fue resistida por la oposición de centro izquierda, mayoría en la Cámara Alta.

El senador socialista Fulvio Rossi, tras denunciar represiones a menores de edad, anticipó que la oposición bloqueará todas las iniciativas legislativas del gobierno. “Se están violando derechos humanos fundamentales de los niños”, reclamó, luego de que justamente el gobierno dijera que pensaba buscar una salida a la crisis en el Congreso.

Piñera, que guardó silencio ante los hechos, llamó los días previos a terminar con las marchas. “Ya basta”, dijo.

No obstante, cientos de estudiantes de incluso 12 años intentaron llegar al palacio presidencial de La Moneda, en medio de peleas con la policía. “¡Piñera aprende a gobernar!”, gritaron.

El escalamiento del conflicto, que pareció distenderse a comienzos de semana con el inicio de negociaciones, indujo a varios líderes del alumnado a llamar a un endurecimiento de las posiciones.

“El diálogo se está cerrando”, sostuvo el vocero de los escolares, Freddy Fuentes, cuyo sector mantiene tomas de liceos hace meses.

Los estudiantes, que terminaron de desechar la última oferta del gobierno, reclaman porque los costos de estudiar en Chile son de los más caros del mundo, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

En Chile, la mayoría de la educación escolar requiere pago de mensualidades, además de toda la educación universitaria, considerada una de las más caras del mundo, apunta la OCDE. Una familia con dos hijos en la universidad puede llegar a tener que pagar 2.000 dólares en mensualidades. Como el 95% del país vive con menos de eso como ingreso mensual, los jóvenes deben endeudarse para estudiar, asumiendo créditos por hasta 60.000 dólares que pagan durante años.

La crisis estudiantil, que movilizó a cientos de miles de personas las últimas semanas, coincidió con cientos de protestas sociales, ambientales y regionales este año.

Las manifestaciones, las más masivas desde el fin de la dictadura, tienen como trasfondo la desigualdad social en Chile, país donde las diez familias más ricas del país, incluida la de Piñera, poseen un patrimonio de 75.000 millones de dólares.

En cambio, la mitad de los hogares viven con mil dólares mensuales, lo mismo que puede costar el pago de la carrera de Medicina, por ejemplo.

El estallido social, en medio de una crisis de representación política admitida por todos los sectores, ocurre además en la antesala de las elecciones municipales de 2012 y presidenciales de 2013.

Todas las encuestas hablan además de un progresivo rechazo a las élites políticas. Hoy el patronal Centro de Estudios Públicos alertó que el apoyo a Piñera está en 26% y en la baja.

Es momento de correr el foco de atención hacia el país trasandino, para analizar el proceso que se está dando con una fervorosa acción de rechazo al neoliberalismo. Se acabó la farsa: el pinochetismo continúa en Chile, y los chilenos no están dispuestos a soportarlo una vez más.



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