1 de octubre de 2009

Nada, nada cambia

EL DEBATE POR UNA NUEVA LEY DE MEDIOS (PARTE II)

La concentración de la propiedad de los medios y de todas las fases y procesos productivos vinculados con el quehacer infocomunicacional, y la centralización geográfica de la producción de contenidos inciden en la retracción de voces y emisores. La uniformación de los discursos sobre la sociedad es innegable, y es cada vez más difícil encontrar información seria, responsable y fidedigna. La nueva ley de medios audiovisuales carece de mecanismos concretos y prácticos para revertir esta situación, porque lo que ha animado su sanción no es una voluntad de cambio en la comunicación. Habrá en el futuro otros emisores, pero nada garantiza que habrá otros discursos.

Por Marcelo R. Pereyra

GLOBALIZACIÓN Y DESPUÉS

El salto tecnológico –la denominada revolución digital, principalmente- y la globalización de la actividad económico-financiera determinaron la expansión de los medios de comunicación, su agrupación en empresas multimediáticas y la fusión de empresas del entretenimiento con las infocomunicacionales. En América Latina, igual que en Europa y Estados Unidos, el nivel de concentración de la propiedad del sector infocomunicacional es elevado, y los megagrupos mediáticos tienen posiciones dominantes en más de una de las ramas de las industrias culturales. A fines de los ’80 y a principios de los ’90, el salto tecnológico alteró las lógicas de funcionamiento de las principales industrias culturales latinoamericanas y modificó la naturaleza y las acciones de los actores más caracterizados de este proceso, en el cual el sector privado contó con la aquiescencia de un Estado que facilitó la conformación de conglomerados multimediales.

Argentina es un caso testigo de la aplicación de modelos neoconservadores para la radiodifusión y las telecomunicaciones en América Latina. Modelos que no sólo se aplicaron en el ámbito infocomunicacional sino que se efectivizaron en otras ramas industriales, siempre merced a políticas públicas favorecedoras de los intereses corporativos privados. Por ello, la estructuración de los medios de comunicación debe analizarse teniendo a la vista las consecuencias concretas de su inserción en las estructuras del sistema económico capitalista periférico del cual forman parte. En ese marco, la comunicación mediática se ha transformado en sostén del poder del gran capital. Tempranamente, el Grupo Clarín advirtió el carácter estratégico de la comunicación y diversificó sus actividades en sintonía con la globalización.

MEDIOS Y GOBIERNOS

Las relaciones de los medios con la política y la opinión pública son factores clave a la hora de analizar cómo los cambios tecnológicos y económicos globales han influido sobre la información periodística en América Latina. A través de los años la región se caracterizó por tener gobiernos de distinto signo ideológico fuertemente intervencionistas. De una u otra manera, cualquier empresa privada siempre necesitó de estos gobiernos para poder desarrollar sus negocios, y las empresas de la comunicación y la información no han sido una excepción. En consecuencia, la estrecha relación del sector infocomunicacional con la clase dirigente ha creado lazos, obligaciones, prestaciones y contraprestaciones, que diariamente dejan huellas rastreables en el contenido informativo. La ley del gobierno de Cristina Fernández propone una autoridad de aplicación demasiado sujeta al poder ejecutivo. Si hubiera verdadera intención de democratizar la comunicación audiovisual, esta autoridad debería estar conformada como un ente autárquico, socialmente representativo y fuera del ámbito gubernamental. Por otra parte, la ley no contempla la regulación del acceso a la información pública ni la supervisión y control de la pauta publicitaria oficial. Si no hay una legislación clara y firme en estos aspectos tampoco puede hablarse de una real democratización de la información.


QUIÉNES DICEN QUÉ

Hablar de democratizar la comunicación requiere tener en cuenta tres conceptos que se articulan entre sí: pluralidad, diversidad y pluralismo. Pluralidad se refiere a la cantidad de medios que existen en un mercado, independientemente de los contenidos que ofrecen. Diversidad, en cambio, alude a la existencia de contenidos diferentes. Pluralismo entonces adquiere una connotación más política, y sería la sumatoria de pluralidad y diversidad. Unos medios pluralistas deberían ser diversos en el sentido de variados o diferentes. De esta forma, el pluralismo se convertiría en una expresión específica de la diversidad en tanto reflejase distintas formas de ver el mundo. De esta manera, la pluralidad no sería la única condición, aunque sí importante, para que hubiera pluralismo, por lo cual la relación entre éste y la concentración de la propiedad sería indirecta. Una legislación anticoncentración, como supuestamente es la que se apresta a sancionar el Congreso, podría garantizar la pluralidad, pero además habría que preocuparse por la diversidad.

El factor clave para determinar el carácter pernicioso de una concentración de medios es el análisis de sus contenidos. La hiperconcentración mediática y la homogeneización cultural son las madres de un discurso único que silencia las voces disidentes. Aunque es preciso reconocer que los adelantos tecnológicos también posibilitan una mayor democratización de la comunicación desde el momento en que desaparecieron las limitaciones espacio-temporales para acceder y difundir una mayor y más variada información. Los weblogs y los medios alternativos digitales son plataformas mediáticas emergentes donde tienen presencia las voces radiadas de los medios comerciales. Sin embargo, los medios alternativos audiovisuales no han sido especialmente considerados en la ley que está por sancionarse. Han sido incluidos en un nebuloso conglomerado de “organizaciones de la sociedad civil”, en el que tendrán que competir con poderosas fundaciones y cultos religiosos para conseguir una licencia. De manera que la diversidad de voces no está asegurada, ni mucho menos.


LOS MEDIOS SON PARTE DEL TODO

Pese a todo, todavía la sociedad no ha advertido de manera masiva lo pernicioso de la concentración de la propiedad de los medios comerciales. Estos, aunque criticados, aún gozan de la confianza de sus públicos. Y así la posibilidad de contar con contenidos informativos diversos se desdibuja, no sólo porque hay pocos operadores sino también por el poderío que estos detentan y por las estrechas relaciones que tienen con los poderes políticos y económicos. En un escenario de propiedad concentrada la agenda de temas que manejan los medios tiende a ser homogénea. Y el enfoque explicativo que los medios le dan a cada tema reproduce valores, prejuicios e ideas dominantes. En suma, es un enfoque que revalida el orden establecido.

Ahora bien, si los grandes medios convalidan el orden establecido es porque ellos mismos pertenecen a ese orden y se alimentan de él. Y porque es él quien les permite reproducirse como empresas capitalistas. Los medios no son una variable independiente del resto de las variables sociales. Ellos dan cuenta de las características de cada realidad social: el sistema de medios acompaña y legitima la injusta realidad en la que viven millones de argentinos y latinoamericanos. La concentración de medios en la Argentina forma parte del proceso de concentración de la riqueza en pocas manos, gracias a la cual el 10% más rico recibe 26,3 veces más que la misma proporción pobre. La actual desigualdad social es una de las mayores desde 1970. En algunos aspectos -como pobreza, indigencia y empleo ilegal-, las estadísticas son peores a las del 2001.


UNA MERA CAUSALIDAD

La concentración de la propiedad de los medios y de todas las fases y procesos productivos vinculados con el quehacer infocomunicacional, y la centralización geográfica de la producción de contenidos inciden en la retracción de voces y emisores. La uniformación de los discursos sobre la sociedad es innegable, y es cada vez más difícil encontrar información fidedigna, transparente e independiente de intereses políticos y económicos ajenos al quehacer informacional.

La aparición de voces contrapuestas al discurso del Poder está gravemente restringida, y la nueva ley de medios poco hará al respecto ya que no alterará la situación descripta más arriba, porque no es una voluntad de cambio en la comunicación lo que ha animado su sanción. Algún multimedios perderá unas radios y/o un canal de televisión que comprarán otras empresas, tal vez ligadas al gobierno actual. Y nada más. Pero eso sí: en los nuevos medios se hablarán pavadas y banalidades varias, se apelará al sensacionalismo y a la espectacularización en las noticias; habrá chistes sexistas, burlas a la homosexualidad y cosificación sexual del cuerpo de la mujer en la publicidad; se criminalizará la protesta social y gremial y se estigmatizará a los jóvenes y a los pobres; se fomentará la paranoia y la exigencia de mano dura frente a la delincuencia. Y se callarán las razones estructurales de la pobreza y la desigualdad social. Cualquier coincidencia con los medios actuales será una mera causalidad.

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