1 de septiembre de 2009

Golpes al corazón

EL DEBATE POR UNA NUEVA LEY DE MEDIOS (PARTE I)

Por estos días los medios son noticia, pero ¿es una noticia que tiene un interés general o se tata de un asunto para entendidos, políticos y periodistas recibido con indiferencia por la mayoría de una sociedad que tendría asuntos más importantes de los cuales preocuparse? Como quiera que sea, es un tema que tiene una importancia que va más allá de la pelea gobierno-Clarín, y que ni siquiera los más interesados advierten o reconocen. Se está frente a una oportunidad histórica que no puede ser desaprovechada: es la de promover una verdadera diversificación de los discursos mediáticos con la que se podría avanzar hacia un cambio medular en las creencias e imaginarios retrógrados y conservadores que predominan en la sociedad. Por eso Contracultural propone un doble análisis: en esta primera nota se explicitan los intereses económicos que están en juego y el contexto político en el que se discute una normativa de semejante envergadura. En una segunda entrega se presentará un panorama de la concentración de medios en la Argentina, y los posibles efectos que sobre él podría operar el proyecto que se debatirá en el Congreso en las próximas semanas.

Por Marcelo R. Pereyra


El mazazo electoral que el gobierno de Cristina Fernández recibió el 28 de junio reactivó el encono kirchnerista contra los medios que maneja el Grupo Clarín. Los K interpretaron que estos medios fueron los responsables de su derrota en las urnas. Entonces decidieron escarmentarlos, y pergeñaron una serie de medidas al efecto. La principal consistió en el reflotamiento del proyecto de ley de medios que desde hace por lo menos un año dormía plácidamente en algún cajón a la espera del momento político oportuno. Lo curioso es que recién después de seis años de gestión el gobierno se haya dado cuenta de la imperiosa necesidad de una nueva reglamentación del espacio radioeléctrico. También es curioso que lo haya advertido después de haber emitido el decreto 527, que extendió graciosamente por diez años todas las licencias de radiodifusión.

La explicación de tanta curiosidad reside en el nuevo escenario político que dibujó el 28 de junio. Después del 10 de diciembre próximo el oficialismo se las verá negras para lograr que le voten leyes en el Congreso. Tendrá que negociar y negociar. Dar un poco aquí y otro poco allá, permanentemente. De manera que decidió presentar ahora el proyecto de ley de medios, y otros proyectos que le interesan, cuando todavía tiene una cómoda mayoría parlamentaria. Por razones exactamente opuestas, los partidos de la oposición quieren patear todo para después de diciembre. Argumentan que el actual Congreso es legal, pero no legítimo. Es una discusión para politólogos, que es interesante pero bizantina, porque no puede pretenderse que los legisladores duerman la siesta durante seis meses. En todo caso, habrá que sancionar alguna ley que le quite al Poder Ejecutivo en el futuro la facultad de alterar a su gusto el calendario electoral, porque este bizarro berenjenal se ha producido por el aún inexplicable adelantamiento de las elecciones que dispuso la Presidenta Fernández.


DOS A QUERERSE Y A ODIARSE

Más allá de la necesidad de una nueva reglamentación acorde con los avances técnicos que se han producido en las comunicaciones masivas en los últimos treinta años, cualquier análisis que se haga del proyecto no puede soslayar el enfrentamiento que vienen sosteniendo el kirchnerismo y el principal multimedios nacional desde que se desató el conflicto por la resolución 125, que aumentó las retenciones a la soja y otros granos. La presentación del proyecto de ley de Servicios Audiovisuales en este momento no es casual, y sólo un ingenuo o un ignorante absoluto de la política argentina la separaría del proceso de hostigamiento que viene sufriendo el Grupo Clarín por parte del gobierno. En los últimos treinta días la administración K le asestó cuatro certeros golpes al corazón económico del Grupo:

El nuevo régimen de televisación del fútbol, gracias al cual el gobierno se apropió de un negocio fabuloso (merced a una inversión millonaria que probablemente nunca será recuperada).

La adopción de la norma japonesa para la futura televisión digital. El Grupo había puestos sus fichitas en la norma estadounidense. Se dice incluso que ya había hecho algunas inversiones en equipos de ese origen. Debe recordarse que el 18% de su capital accionario está en manos de un grupo inversor de Estados Unidos.

El rechazo por parte del COMFER de la fusión de los mega operadores de señales de televisión por cable, Cablevisión y Multicanal (propiedad del Grupo). La fusión, que le hubiese permitido al Grupo convertirse en el único operador mayorista de cable, había sido autorizada nada menos que por Néstor Kirchner y Guillermo Moreno el 7/12/2007, quienes con sus firmas convalidaron un dictamen de la Comisión de Defensa de la Competencia. La cuestión fue girada al COMFER para que opinara al respecto. Su interventor, Gabriel Mariotto, mantuvo es suspenso su decisión durante un año y medio. Recién se pronunció, casualmente, el día que comenzaron los debates sobre el proyecto en el plenario de comisiones en la Cámara de Diputados.

De aprobarse tal como está el proyecto de ley de Servicios Audiovisuales, el Grupo deberá reducir su presencia en el negocio de la televisión por aire o por cable.

Como resultado de estas cuatro operaciones, en los últimos veinte días el Grupo Clarín lleva una pérdida acumulada del 25% del valor de sus acciones. Según el diario Crítica de la Argentina (4/9/2009), un vocero oficial, que identificó como uno de los “arquitectos” del anteproyecto de la ley de medios audiovisuales, habría manifestado:

“Entendemos que la sucesión de medidas que venimos tomando en estos últimos tiempos, como la venta de pliegos para el cable, la intervención en la crisis del fútbol, y el hecho simultáneo que se debata una nueva Ley de Radiodifusión mientras se cae la fusión entre Cablevisión y Multicanal, genera una situación crítica en cuanto a la imagen empresarial corporativa del Grupo Clarín. Tiene un impacto fuerte en este esquema por eso el nivel de locura editorial que uno observa en el diario”.

El diario señaló además que Néstor Kirchner les habría indicado a sus más íntimos colaboradores que la estrategia es pegarle al Grupo “hasta que tiren la toalla y pidan sentarse a negociar”. La pregunta es qué negociarían. ¿Qué tendría que hacer el Grupo para que el gobierno le aflojase el nudo de la cuerda con la que lo está ahorcando?


YA NO SOS MI MARGARITA

Hay que recordar, una vez más, que donde hoy hay odio, ayer hubo amor. Fue Eduardo Duhalde, el ideólogo y propulsor de la candidatura presidencial de Don Néstor, el que salvó al Grupo de la quiebra gracias a la sanción en febrero de 2002 de la ley de Patrimonio Cultural, también llamada por esas lenguas maliciosas que nunca faltan “ley Clarín”. Pero así como los K le mordieron la mano a quien los lanzó a la fama y hoy están peleados mal con Duhalde, a Clarín lo que no le perdonan es haberse dado vuelta, porque no siempre el Grupo tuvo una posición tan dura para con la administraciones de los Kirchner. Porque si de castigar a los críticos se tratara, el gobierno se la debería haber agarrado con La Nación, que ha sido coherente con su línea editorial anti K desde el primer día del gobierno de Don Néstor.

Pero las cosas nos son tan simples ni fáciles. Los intereses de los medios y los del gobierno se cruzan en todas las esquinas, tanto que a veces no sabe de quién es cada cosa, o cada billete:

* La ley de medios de los milicos prohibía que los dueños de los diarios accedieran a las licencias de radiodifusión. Esa imposibilidad fue derogada durante un gobierno democrático, que fue el de Carlos Menem. Menem es peronista, igual que los Kirchner. Con esa derogación comenzó la formación de multimedios. Clarín fue uno de los más beneficiados. En esa época el diario era remenemista, después, cuando olió la caída de Don Carlos, se pasó al bando de la Alianza UCR-FREPASO.

* El gobierno actual es el principal avisador del país. Destina alrededor de 600 millones de pesos al año en ese rubro. El señor encargado de repartir la torta es Enrique Albistur, el Secretario de Medios, quien ha sido denunciado por la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas por darle una manito con la publicidad a unas empresas de su familia. Hasta no hace mucho el principal beneficiado era Clarín; hoy lo es Página/12, un destacado vocero oficioso del kirchnerismo, que forma parte de una suerte de multimedios oficialista junto con las revistas y los diarios del empresario Alberto Szpolski (Veintitrés, Debate, Newsweek y Miradas al Sur y El Argentino, respectivamente) y los medios estatales Canal 7, Radio Nacional y TELAM. Esta agencia noticiosa es presidida por Martín Granovsky, ex subdirector de Página/12.

* Componen también el conglomerado de medios que trata amablemente al gobierno radio 10 y la señal de cable C5N –a la que algún pícaro rebautizó como “Cristina 5 Néstor”-, propiedad de Daniel Hadad, principal favorecido por el decreto 527 de extensión de las licencias. Y además lo integra, Telefé, único medio periodístico al cual le formula declaraciones y le concede entrevistas el matrimonio K. El canal líder en audiencia es propiedad de Telefónica de Argentina. El súper capo de Telefónica a nivel mundial, César Alierta, se entrevistó a principios de este año con el ministro de Planificación, Julio de Vido, para proponerle un millonario plan de inversiones de la empresa en el área de las telecomunicaciones. A cambio, el gobierno se comprometió a facilitar el ingreso de Telefónica al negocio del triple play (televisión por cable+telefonía+banda ancha). El proyecto presentado por el gobierno posibilita ese ingreso. Un dato más: la subdirectora de programación de Telefé es Bernarda Llorente, casualmente esposa del canciller Jorge Taiana.

* Clarín y La Nación manejan la agencia Diarios y Noticias (DYN), desde la cual distribuyen información a los medios de todo el país. También son propietarios de Papel Prensa, la empresa que controla el negocio del papel para diarios. Gracias a esta posición dominante y mediante un continuo aumento en el valor de la tonelada de papel, los dos matutinos han podido torpedear a sus competidores. Pero hay un detalle: el tercer socio en esta empresa es el gobierno, que por acción u omisión ha avalado las tropelías de sus otros dos socios.

Hasta que fue eyectado de su cargo de Jefe del Gabinete, el representante oficial en Papel Prensa fue Alberto Fernández, quien no casualmente fue el que impulsó en el gobierno una tregua con el Grupo Clarín en el momento más duro del lío campestre el año pasado. Es evidente que esa tregua se rompió. Por lo menos por ahora. Tal vez hasta que encuentren algún nuevo negocio que compartir.

(CONTINUARÁ)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena nota, realmente ayuda mucho a entender este proceso crispado y enrarecido de la ley de medios. A pesar de que los K no la quieren sacar por "democráticos", creo que el proyecto en general es bueno, y sobre todo necesario. Aunque a Clarín y sus amigos no les guste. Héctor.